lunes, 14 de abril de 2008

TAL VEZ SOLO ESO...Y TAL VEZ NADA


Madrid tiene algo de bohemio y elitista que enamora a propios y ajenos. Serán las luces de la Gran Vía victoriana, las arañas por estrellas que parecen besar el suelo, las losas de piedras mojadas por la fina lluvia en un noche de abril. Las manchas sobre las aceras y sobre las paredes. Los carteles que parecen diluirse como recuerdos rotos sobre la pedrería. Bohemio por cuantas gentes las pueblan y se quedan mirándola. Callados, equidistantes de su persona, tan cercano a su alma para tocarla con las yemas. Los portales derretidos, vivificantes, aterradores, temblorosos por comerse a los jóvenes y no tan jóvenes que vienen otro día de salir con los compañeros.

Noches de cerezas, uvas, vino espumoso, alcohol enroscado en hielo que no se diluyen, en vasos que piden con su bocas de naranjos ser bebidos. Madrid es una ciudad de cama y cuchillos. De apostarse en sus bancos y quedarse dormido. Para contemplar el Banco de España y dormirse a la luz de las velas por farolas, de escuchar el rumor de mar que todavía viene del Mediterráneo y se recoge, colea y aguanta sobre nuestras cabezas. Es un dolor placentero y lacerante. Estamos lejos, tal vez no estemos tan cerca unos de otros en esta gran ciudad de piedra, barro, arqueada de arterias por gentes y pasadizos, de cristales rotos, de sueños desconchados y por soñar...

Tal vez seamos solo eso, un gesto, una palabra, un silencio...

viernes, 4 de abril de 2008

JUGUETES ROTOS


Ahora que ya no tengo horas
Ahora que ya se abren los campos en ciernes
Ahora que ya vuelvo a correr descalzo
y que todo es presente.

Te digo, te miro, me callo,
que vuelvo a ser yo mismo.
Pero no el yo de antes,
sino el de cuento,
el que siempre soñé ser,
aquel prendado de los sueños de otros.

Aquel que siempre pensó en ser un juguete roto
con todas sus piezas en cada mano.
Y por ello, las puertas no me niegan mis pasos
los cajones no afilan sus puños.

La noche vuelve a ser noche
y yo un corazonador cuerpo desnudo.
Ahora que todo empieza,
y tal vez todo acabó en un punto con retorno,
Ahora que todo vuelve a ser un todo para mis ojos,
y quizá para los de algunos otros,
vuelvo una y otra vez más
a levantarme sobre mis huesos,
sobre mi enjuta carne moliente
y sobre los sueños que te narré.

Ahora que tengo ganas de escribir y de olvidar
enciendo un cigarro, me miró al espejo.
Llueve, truena.
Estoy algo más que vivo.
Salgo, arrastró los antepasados,
las fugaces cadenas del tiempo,
corro, sonrío, vivo, Dios, ¡vivo!.
¡qué bueno sentirte, tocarse,
escaparse y arrastrarse a si mismo!
Recorrerse los pliegues,
caerse en la infinitud de un momento pensado,
reflejarse en los escaparates,
sonreír, acogerse al murmullo de la gente,
mezclarse, mezclarme con todos ellos...