martes, 17 de febrero de 2009

Cosas que veo


Un pequeño peregrinaje. Una canción sobre una cuartilla como si no estuviera escrita. Un corte de manga a los niños que pasan en autobuses. Sacarte de quicio: olvidarte. Estoy en la boca de todos y de nadie: no en la tuya, dices tú. Se corta mi sangre a láminas, eludiendo mi pasado. No volverlo a pisar. Lo que veo, casi es lo que toco. Lo que tú hubieses tocado. Ahí van algunas fotos: Bruselas, aquellas sacadas como si stuviera tirado con una pasillo de tren frente a mi, de lo que me importó. Tal vez de lo que no me importará...




Balcón de casa. Miles de cerillas iluminando los juegos y la venta de hachís a una hora todavía prudencial de la noche. Plaza de los Benfactores. Llévame a ver el puerto donde no lo haya, a todas las estrellas que duermen cada noche a solas a ver si algo bueno se me pega y rompo un par de sueños. Te presto mi abrigo.





Vuelo controlado. Mirada alta, pies pequeños, paso firme. Cerca de la Comisión Europea, todo el mundo se encoge y le mira por debajo del hombro. Yo le compré una bufanda aquel día a este hombre. "Deberías mirar por donde pisas, le dije". Y estallaron risas.


Todavía estoy lejos, cerca de la vía de los trenes. Viéndolos pasar. Pero hay tiempo para subir a ellos. Eso espero...