viernes, 21 de enero de 2011

"There must be some way out of here," said the joker to the thief, "There's too much confusion, I can't get no relief. Businessmen, they drink my wine, plowmen dig my earth, None of them along the line know what any of it is worth.", Bob Dylan, All along the Watchover.


Tengo la impresión de que TODO está descansando pacientemente. De que todo está esperando su turno durante años para levantar un día su mano y estallar en un golpe seco y álgido al unísono.

Hoy es uno de esos días donde uno se proyecta en la mirada de un hombre mayor, cataliza su serenidad y asiente, se marcha, hace de rogar a las violentas consecuencias que con su suciedad han empapado a otros pero no calan. No estoy seguro de si llevo traje y ese sudor, esa sangre, esa mezcla de pasión y entrañas que ha reventado, ese lagrimal áspero y de aluminio, me ha cubierto de una gran bola de mierda como diría un escritor maldito.

Él también diría que, solamente y durante años, nunca se había dado cuenta de que la costa no era bonita un lluvioso enero, sino hubiera reparado por él un niño que apenas levantaba dos palmos del suelo y tiraba de su mano huesuda inquieto y vivaz en sus primeros pasos por el mundo.
Siempre hay niños que tienen el temor de que oscurezca. Que la loma de luces contraídas les lleve a granjas desconocidas en pleno campo, les dejen sin la sonrisa perfecta paterna, sin la pasión irreverente y ociosa del calor en invierno y les arranquen los órganos los duendes de la edad temprana para hacerse collares de estaño con la luna.

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Gracias al odio. Gracias al rencor. Gracias a la vehemencia, gracias a la tierra baldía y arrasada. A los años, a los tuyos. Gracias a la cánula que me da las calles rotas de cosas sin vida. Gracias al embrión lazo de la muerte del poeta y su silencio, que no ha traído el humo de la demencia en ceniza de los altos hornos donde la calavera se arromolina al galope y no ha dado todavía la muerte a mis poemas.
Ahí estaban las palabras mecanografiadas sin rodeos
pieles sin fe, enlutados cestos envueltos del alma rosácea.
Muriendo por la razón
dando a su causa un Dios;
sin Dios qué les queda,
díganme, qué les queda.
El crimen de la velocidad de los años
es santo y seña del suicido,
de los siglos, de su diéresis.

¿Para qué sirve el anonimato bajo tierra?
¿Por qué hemos derramado la tristeza bajo el quinto sol?
¿Por qué andan las plegarias en vela?
¿Por qué estallamos el vástago verso
de los hombres que aún padecen?

¿Para qué la ultimísima respuesta cuando haya amanecido
sobre todo esto,
sobre la calavera de abril
en un otoño anarajando y sin palabras?
Tu piel es la rosa palpitante de papel
en la mano de un niño,
son los labios aserrados
de la mujer postrada en la lujuria
que quema con incenso todas las tardes
los últimos estragos de su debilidad.

Sín título II

Tienes toda la razón. Es una noche en que todos nos volvimos locos. Los psiquiatras estaban en mi cabeza y yo no podía quitarme sus voces. Volvían a dejarme sobre el diván pero en cualquier caso es una noche de confesión en que el hombre no se guarda para su folio ni el título. Lo reconozco.

Pequé en la noche violenta con el mal de todos los males. Traté mal a todas esas mujeres a lo largo de mi vida. Las grité. Las hice ir a por bebida de madrugada sin apenas tiempo para vestirse. Quiero que sepas que estoy detrás de tus ojos. He caído en ellos y esto es un magnífico juego de chiflados en que andamos jugando al ajedrez.

Pero sí, si lo quieres dicho así, asumo mi culpa. Me emborraché y grité por el balcón y me apoyé en la barandilla para mear a la calle y dije que era para bendecir a todo aquel que no hubiera sido bautizado. Dije que era el nuevo Papa joven en su reciente nomenclatura y que debía de hacer algo para que la humanidad me recordase.Brindo por ello. Después vinieron otras cosas más y no las recuerdo bien pero creo que aposté porque llegaría a ser presidente del gobierno en aprobar las drogas duras y que todo esto desembocaría en una cena llena de jolgorio y una extensa charla con Freud sobre la divinidad y el ateísmo.

Ahora cuando todo ha pasado dicen que fue enajenación pasajera. QUE NO OCURRIÓ. Pero pasó y todavía tengo las pruebas de ese día. Algún día te las enseñaré o te las enviaré por carta. Aunque estemos muy lejos el uno del otro.

Sin título

Donde hay sol, sequedad de luna
Ramal, vientre en la loma caída
y doncellas en tus sienes plateadas.
Donde hay camino, ay hijo, donde hay camino,
preguntárselo al poeta.

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¿Por qué has venido de nuevo
muerte?

Por qué has venido a cuajar en el espejo
y contarme las rodajas de soledad
que hay sobre mi alcoba negra.

Quién te ha dado el camino hasta mis cicatrices.
Ahí están todas ellas,
caminando hacia mi.

Quizá sea cierto.
Quien cierra la puerta
vuelve a agolpar de un portazo sus voces malditas.

En este cuaderno flaco de invierno,
en donde ya no cabe mi cuerpo,
a tientas escarbo la luz sigilosa y cobarde
que me pone frente al espejo otra vez,
otra vez pactada,
como en aquellos condenados años
donde la luz gritaba bajo mi hierva,
bajo mi herencia de futuro cadáver,
y yo era el saco asustado de tempestades de un innoble crío
que huía en su dormitorio cercado por la lumbre,
por el calor de un batallón perdido
en los tiros de salvas muy temprano,
en la primera hora de la guerra al pespuntar el grito,
y también en esas primeras horas en que
las víctimas caían en números con una inicial de sangre,
como yo entre tanta gente
ahogado por la codicia de escapar a otro mundo.