viernes, 3 de abril de 2009

Aire y humo


Oye chico, me dijo el taxista
"El humo se ha vuelto loco".
Va solo, vuelve a sus hogueras,
de la casa de mujeres sin nombre
a las nuestras.
Se cuela por rendijas
y pone a nuestros hijos
que nunca tendremos
apellidos de hace cincuenta años.

Tú estas loco, le dije.
"No, piénsalo, de verdad", me espetó.
Y hay días en que la lluvia
parece arañar los cristales al caer
y colarse por los huecos de mis zapatos
que nunca había visto.
Y todo son charcos delante de mi.
Y risas.
Y parejas cogidas de la mano.
Y paradas de autobús que debían de estar desiertas
como un gran naufragio.
Y siempre termino del bar a casa:
como un eterno derrotado
que trata de no perder una sonrisa.
Y aquí en casa también todo es humo y cenizas
pero no las veo aunque se cuelan
y aspiran todo lo que hay en la habitación.
Aire y humo,
humo y aire,
a veces me pregunto que es lo que necesito
saber de la vida
para no acercarme más a ella
y apoyar mi codo
como en una gran barra de platino
donde uno puede servirse libremente.

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