
Hoy es uno de esos días
En que tienes que rezar:
OÍR, VER y CALLAR.
Oye el rumor de la gente hablando
Y los mecheros que cliquean
Al encender cigarrillos
Que se llevan a la boca compulsivamente.
Ve, observa sus gestos,
Sus vestimentas y entenderás
Que aunque sus ropas
No se distancian mucho de ti
Estás sólo rodeado de tanta gente.
Y calla, sobre todo calla
Todo lo que tienes que decir
A aquellas personas a las que sabes
De antemano que no les interesan
Tus labios.
Pero, por encima de todo,
Aprende a escuchar, a mirar y a silenciarte
Cuando una bonita tarde de luz
Caiga en tus manos.
Entonces, siéntate en un banco,
Fíjate en aquél o en el otro vestido
De una mujer trajeada,
En las corbatas de colores o de rallas
De los directivos, que no son más que peces
De ciudad,
Y fúmate un buen cigarro
Dejando escapar el humo haciendo cabriolas en el aire.
No hables con nadie
Y solamente entonces comprenderás
Lo bueno que es tapar tus sentidos
Y abandonarte un tiempo a tu yo
Y recobrar una cierta cordura
en una ruidosa tarde de domingo.
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