
A veces no sé qué decir
Y callo, callo, callo,
Hasta morderme mis huesos.
Pronto recibo otra mirada
Y levanto mis ojos,
Y, entre ellos, la mía.
Calzo el vestido de la noche ciega
Con su rebaño de escombros
Y su mugido de campo elevado y virgen de otoño.
Ahora tuerzo el gesto
Y prendo la llama de mis manos.
Encuentro el vacío
Y el coraje de mis huecos.
No sé cómo llenarlos
Porque no me ensañaste
A seguir sobre mis pasos.
¡Ya, ya,ya!, ¡ahora mismo!
Que se maten la luz y las estrellas
Y vuelvan a mí los remos del capitolio
Y la pataleta de los planetas.
2 comentarios:
Cada día te superas...lo sabias? Tienes talento y mucho que dar...empieza ya a creertelo!!
Calzo el vestido de la noche ciega
Con su rebaño de escombros
Y su mugido de campo elevado y virgen de otoño.
Un poema que merece ser leído, me ha encantado, Javier. Tiene algo de caótico, como la vida misma.
Gracias por compartir
Saludos afectuosos
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