viernes, 5 de octubre de 2007

CANTO AL SILENCIO I



Lágrimas, fugitivas hijas del alma.
Son las balas alojadas
En nuestro entrepecho,
El metal de luna,
La hojalata del cielo.

Sois los resbaladizos canales
De nuestros poros apurados.
Los penales de pena abiertos,
Y mudados,
La sangre de nuestro
Corazón silencioso.

Yo quiero una lágrima dulce
De este mar embravecido
Y bravucón,
Pero sin la presencia
De la extraña pareja,
Y deslucida,
Bruñida con el temple
Del viviente músculo quebrantado.

Lágrimas, salados andares descalzos
Por nuestro lomo y vientre de amargura.
A veces, caprichosas,
Acaso juguetonas y pueriles,
Siempre huidizas, temerosas, retenidas.
Fugitivas.

Tempranas y maduras
De nuestro nogal orgánico,
Sobre el cuenco de pupilas,
Y la media noche de limones,
Retenidas, temerosas, huidizas:
Siempre fugitivas.

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