sábado, 22 de diciembre de 2007

GRIEGA....


A veces quiero que aparezcas de una vez por todas y vuelvas a reunirte con tus semejantes. Yo soy el extraño. El que habita tus aposentos y derredores. El que yace y pace descansando y en tensión. Por eso quiero que vueles de ventana a ventana, agrupando los cielos de tachuelas. Extrayendo los espolones a las cáscaras de las madrugadas soñadas y por soñar.


Te encuentro y me estimo como uno de los tuyos. De los suyos. ¡Da igual! Como uno de los tan recitados "semejantes". Uno no sabe porque vuelve a poblar el papel y a desintuirse. Todo lo que me queda por conocer no lo quiero presentir. Quiero rodearme y verme embaucado por los relámpagos de la cosa no dicha e incierta. Te voy a seguir soñando aunque se me acaben las palabras para mentarte y rasgar mis oquedades.


No voy a llegar a ellas pero tampoco quiero hacerlo. Hoy he vuelto a hablar contigo y me apresa el pánico de las cavernas frías, inhóspitas y habitadas. Tengo miedo de lo que siento y siento lo que temo. Cada párpado, cada gesto trenzado con la linealidad más aspera me sobrepasa y abofetea. Soy incorregible, ¿tú crees? Si quizá rondas algunos montes bajos o veredas vas a encontrarme, sin duda alguna, con precisión y tino. Así te lo he hecho saber...¡Soy un desastre! ¿Te suena?


Estaré descansando con los brazos apoyados en las rodillas. Esperándote. No te voy a nombrar pero tú sabes quién eres. Ojala caigas por aquí y apuñales tus tejidos. Deja salir la luz. Viérteme. Cánsame. Pero no pronuncies mi nombre. Vuelve a mirarme a la barbilla. Intenta torcer el gesto y decir que apenas has sentido nada por lo que hemos hablado. Quiero volver a desposeerme de estos pies que miro y no comprendo. A pasear descalzo por la vía láctea de cerillas encendidas cuando cae la medianoche. A tomar tus silencios, a comprenderlos. A resquebrajarlos. A besarte cuando debí de besarte aquella noche y no mostrarte mis carencias. A no salir corriendo aunque me rechaces una y mil veces. Todavía no sabes qué pasa ni conoces mis adentros pero...Te quiero...


¡Qué tarea tan ardua es llegarte y renombrarte! Hacerte ver que estoy cerca de ti y que siento...Algo; y tú...No lo sabes...Me ha encantado hablar contigo. ¿Qué me pasa? ¿Lo sabes, acaso, tú? ¿Qué vibra? ¿Qué se retuerce? No pienses que no eres tú. Sí, me dirijo a ti. A tus ojos mezclados por el cenicero de la aurora y de los dioses.

Quiero volver a tocarte la cintura, aunque sea para despedirme y que me abrase. A gritar y aullar por otra noche de hojalata sin estañar. Por...Por...Por volver a quererte un segundo, un instante, aunque tú puedas creer que quererse es cosa de extraños y de centurias.


No lo sé, por eso quiero ser tu par y encontrarme en el camino de la penumbra o de estrépitos acristalados. Te contaré cuentos cada noche y pondré mi mano en tu pelo antes de que se cierren tus ojos. Seré el último habitante de este mundo en dormirme mientras tú no seas feliz y yo sea capaz de cambiar ese estado.

Ven, apartate del mundo babilónico y espartano. Recoge tu pelo. Apoya tu cabeza en mi cuello. Quiero conocerte, griega. Y al hosco color purpúreo que se me derrite en llanto. A tus manos terrestres y de rebelde amianto alunado. Te hace falta querer querer. Me haces falta tú....


Calle, intuye. Despierta. Piensa que siempre has estado a mi lado. Aunque ahora cambies tu imagen sobre mi. ¿Porqué no? ¿Qué temes?..¡No huyas, por favor! Soy...Sí, lo soy...Me conoces...Desde hace mucho tiempo.


Ahora sí, nombrame. Quédate conmigo para siempre. No pongas las cosas difíciles. Sé que no lo harás. No vas a habituar tu cuerpo al desdén e indiferencia. Tócame, soy como tú. Casi como tú. Te quiero en silencio....

No hay comentarios: