viernes, 21 de enero de 2011

Sín título II

Tienes toda la razón. Es una noche en que todos nos volvimos locos. Los psiquiatras estaban en mi cabeza y yo no podía quitarme sus voces. Volvían a dejarme sobre el diván pero en cualquier caso es una noche de confesión en que el hombre no se guarda para su folio ni el título. Lo reconozco.

Pequé en la noche violenta con el mal de todos los males. Traté mal a todas esas mujeres a lo largo de mi vida. Las grité. Las hice ir a por bebida de madrugada sin apenas tiempo para vestirse. Quiero que sepas que estoy detrás de tus ojos. He caído en ellos y esto es un magnífico juego de chiflados en que andamos jugando al ajedrez.

Pero sí, si lo quieres dicho así, asumo mi culpa. Me emborraché y grité por el balcón y me apoyé en la barandilla para mear a la calle y dije que era para bendecir a todo aquel que no hubiera sido bautizado. Dije que era el nuevo Papa joven en su reciente nomenclatura y que debía de hacer algo para que la humanidad me recordase.Brindo por ello. Después vinieron otras cosas más y no las recuerdo bien pero creo que aposté porque llegaría a ser presidente del gobierno en aprobar las drogas duras y que todo esto desembocaría en una cena llena de jolgorio y una extensa charla con Freud sobre la divinidad y el ateísmo.

Ahora cuando todo ha pasado dicen que fue enajenación pasajera. QUE NO OCURRIÓ. Pero pasó y todavía tengo las pruebas de ese día. Algún día te las enseñaré o te las enviaré por carta. Aunque estemos muy lejos el uno del otro.

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