viernes, 10 de octubre de 2008

Lo que te dije, y no


Te dije que le dieras vida a un cuerpo:
Estoy lleno de vacíos latentes.
Tienen un ritmo cadencioso y constante.
Sus pálpitos, escurridizos,
emergen goteando en mis arterias.
Juncos de luna, grandes rocas rupestres al aire libre,
Cazadores de recompensas y de vidas.
Como una magnánima perversión de la naturaleza.
Todos juntos y unidos
Por los tumultos de una selva
Que nace y muere en mis confines
Sin tener límites.

Te dije, te dije,
Y tantas veces me desdije…
Que por creer que llevaba razón
Me di cuenta de que hablaba solo.
Con nadie. Frente a un tremendo muro
Que hacía unas veces de espejo
Y otras también sin llegar a serlo.

Te dije que me empujaras,
Que dieras un paso por mí
Y que me mataras
Entre dos constelaciones.

Te dije que me dieras un lápiz,
Que yo me encargaría de darte un sueño.
Y lo que no te dije
Fue que hilvanaras este corazón de mimbre,
Que aprieta, parece dormir tranquilo,
Y desgarra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que llegaba a decir


Te dije que le dieras vida a un cuerpo:
Estoy lleno de vacíos latentes.
Tienen un ritmo cadencioso y constante.
Sus pálpitos, escurridizos, emergen goteando en mis arterias.
Juncos de luna, grandes rocas rupestres al aire libre,
Cazadores de recompensas y de vidas.
Como una magnánima perversión de la naturaleza.
Todos juntos y unidos
Por los tumultos de una selva
Que nace y muere en mis confines
Sin tener límites.



Javier, te he leído dos poemas excepcionales, un abrazo, Tori.