jueves, 9 de octubre de 2008

Nota: No me esperes. Llegaré tarde. Salgo a hacer mi vida


Ey, ey, ey,
¡Vaya!, lee esto.
Frenético, compulsivamente real: el ritmo de la vida,
Quehacer taquicárdico.
Me ves correr lento
Y andar tan rápido.
Guarda estas letras:
Nacemos y vivimos solos.

Sí, yo soy,
Este chaval venido de la calle de atrás.
Ya no te asaltan los porqués.
Del plantel de hermosilla,
Billete en mano todos los días:
Raíles de tren pasar y pasar,
Una ciudad tras otra va recorriendo
cada día las soledades de mis ojos.
Y todos aquellos puentes plagados de mendicidad
Como malditas pulgas al perro,
Cartones, jeringuillas, sangre enlatada,
Todo irreal (parece) a nuestra vista de soslayo.

Ey, ey, ey,
Este que te escribe, sí, no te extrañes.
Dibujo sonrisas a mis anchas.
Ya sabes, soy ese que pasa con su bloc de notas.
Hojas que tiraré a alguna papelera que nadie leerá
Otras que cogerá una estudiante de los primeros años
De universidad.

Ahora lo entiendes,
Ahora me comprendes.
He muerto y he resucitado.
Todos los días suelo pasar por delante del quiosco
En que tú sueles fijarte y ojear algunas revistas de actualidad.
Yo soy ese chico venido a menos
Que suele escribir en los bancos.
Periódico doblado, mochila al hombro: ¡caminemos juntos!

Todas las mañanas hace un frío cortante.
La vida es realmente bella.
Ey, ey, ey,
Soy ese chico de hermosilla
Que no tiene tiempo a mirar cabizbajo.
Las personas tienen pulsado un acelerador en sus suelas.
No paramos. Deberíamos mirar los harapos ajenos, tal vez.

Suelo pasar todos los días por el Retiro.
Ahora parece haberse encerrado en su nido otoñal.
Tengo la impresión de que las estaciones
Se adelantan en las copas de sus árboles.
Caen las palabras redondas en los bancos.
Una mujer joven latinoamericana cuida de una anciana.
Le queda poco por vivir.
Pero sigo pensando que la vida sigue siendo bella.

Ayer aleteó entre dos calles una cicatriz:
Me volvieron a pedir dinero.
Las hojas de los chopos caían, se esfumaban,
La gente pasaba…
¿Quién es ese?

Sí, sí, soy ese chico de hermosilla
Que te regala este trozo de cuartilla
Y que dejo revolotear para que te llegue.
Puedes encontrarme entre las barras de los bares: ¡César, una caña!
How do you do?, preguntas.
Dos palabras: Fila Siete.

Déjate caer un día por este barrio.
Ey, ey, ey,
No lo olvides:
Soy ese chico de hermosilla
Que subió de los infiernos
Para mostrarte algo por última vez.
Ese chaval que suena como un chasquido de dedos:
Bye, princess.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

ME gusto mucho , la historia, la forma en que la has contado y el mensaje qeu se ha qeudado entre tus letras

Un palcer leerte y dejar al pie mi huella amiga

Monica

Anónimo dijo...

Javier me ha gustado leerte de principio a fin, me gusta el uso diferente de los diferentes lenguajes, eso le da un toque diferente a tu poema, que bueno que lo dejas, yo te dejo mi beso de amistad, Sandra

Anónimo dijo...

Descansa un poco, hijo, me traes a los pies de los caballos. No deja indiferente tu poesía, Javier, aunque asuste muchas veces el tamaño del poema.
Un abrazo.

Juan José Alcolea

Asesoría Rectora de Poesía Pura

Anónimo dijo...

Muy buen poema, Javier.

Empleas el lenguaje de manera dinámica y distinta.

Eso es refrescante.

Enhorabuena
Un beso
Ana Muela Sopeña

Bismark Estrada dijo...

Javier:

Este poema esta como excepcional en el foro, y vaya que lo vale...

Es muy muy bueno....

Asi que ya sabes paso por tu blog, ando generalmente perdido pero por aqui estamos.

Saludos