domingo, 8 de marzo de 2009

Unas cuantas copas de vino tinto para una noche sedienta de grandeza y de perdón


Cicatrices, miedo solapado, armado de dolor,
ballestas, agujeros negros que todo lo tragan
y lo escupen. Alto, desgarbado: pequeño, solitario,
abandonado a la suerte.

Huidizo. Nudo corredizo. Todo bien atado.
Los cabos están sueltos. Los militares andan de tabernas,
los guardias hablan el idioma de las copas.
Un país trasladado a otro país.
Un continente explorado y nunca por explorar.
Hablar de amor, escribir sobre él, escucharle, saber qué es,
imaginárselo...Nunca tenerlo.

Palabras durante la noche entera. Hablar solo, con uno mismo.
Escucharse. Escucharse demasiado. Oír a los demás sin tenerse en cuenta.
Poner en orden tu cabeza. Órdenes, órdenes, siempre la regla para varear.
¿De dónde salen las palabras que no conoces?
Son pocas, pero a uno le definen muy bien.
Cogidas de los libros, caídas de un balcón,
de una conversación,
me ataron,
salen de mi puta boca loca enfermiza
y ya nunca vuelvo a ser el mismo
desde que las pronuncio...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado poeta Javier, un poema bastante melancólico, tal vez por alguna experiencia dura de la vida, o por los diarios tropiezos del (día a día). Lo has logrado de forma EXQUISITA, amigo

mi cariño y respeto
mariluz