martes, 14 de julio de 2009

Chaplin


Siempre decía:
"Toda mi tristeza
cabe en el bigote
de exposición de Chaplin".

Tan fácil como que un payaso
de hace 70 años salga de la barriada inglesa
y se desplace a tu salón
con sus pestañas de peluquería,
recorra tu camino de la vida,
viniendo cuidadosamente de la muerte.

Tan fácil que aquel tipo menudo
se suicidó en 1940
por voluntad propio siendo judío.
Y no por ser judío,
sino por salvar a los judíos
y clavó el puñal fríamente
en el alma de aquel personaje:
su voz.

Pero aquel tipo me salvo.
Y creo que salvará a Panos,
mi compañero griego
que ahora necesita un bigote belicista,
y que vive en unos barrios, arriba,
cerca de la muerte,
y ahora es al que precisamente la tristeza
le seduce la cara con su maquillaje de luna.
Que disfrutes The Circus,
aquel payaso que nunca
debió de salir
de la pequeña pantalla
de sala de cine.

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